Enfoque
Aunque la desinformación no constituye un fenómeno de reciente aparición, resulta evidente que en los últimos años ha acaparado gran parte de la investigación comunicativa y la atención de la institución periodística. Se considera el año 2016 como el punto de partida de la eclosión del actual clima de posverdad (Aparici y García-Marín, 2019) donde los discursos emocionales prevalecen con respecto a los relatos factuales y las verdades empíricamente demostradas. Desde entonces, han proliferado los análisis que pretenden indagar en las causas, las estrategias, los fines, la propagación, la tipología y la recepción de los contenidos desinformativos.
También las posibles soluciones para combatir este fenómeno han sido ampliamente estudiadas. Se centran en la educación informacional de la ciudadanía, la aplicación de tecnologías algorítmicas para detectar la desinformación, las medidas implementadas por las instituciones gubernamentales y las plataformas digitales (espacios donde con mayor velocidad y alcance circula el contenido desinformativo) y, sobre todo, en el papel del periodismo para detectar las noticias falsas. En este contexto, se refuerza la importancia del periodismo de verificación o fact-checking como una práctica periodística que pretende chequear la veracidad del contenido que impacta en la sociedad. A diferencia de los mecanismos de verificación utilizados por el periodismo tradicional (centrados en el contenido propio antes de su publicación), los fact-checkers revisan la información y/o los relatos de terceros una vez ya han sido publicados sirviéndose de un conjunto de estrategias y tecnologías específicas para desarrollar su función.
En la detección y comprobación de la ingente cantidad de desinformación que circula en los entornos digitales, estas entidades de verificación deben abordar permanentes desafíos, tales como la creciente complejidad de los contenidos falsos y su atractivo entre una población presa de sus propios sesgos cognitivos, sobre todo cuando la desinformación adopta la forma de imágenes. En este sentido, recientes investigaciones han demostrado el uso mayoritario de formatos visuales en el contenido falso que circula en torno a la guerra ruso-ucraniana (García-Marín y Salvat-Martinrey, 2023).
Por todo ello, este simposio pretende reunir trabajos que aborden la intersección entre la desinformación visual y el periodismo de verificación. De forma concreta, incluirá propuestas centradas, entre otras similares y compatibles, en las siguientes líneas temáticas:
- Desinformación en nuevas plataformas visuales (TikTok, Twitch).
- Utilización de la desinformación visual con fines políticos e ideológicos (conflictos armados, guerras híbridas, campañas electorales, discursos de odio, injerencia en terceros países, etc.).
- Narrativas, estrategias y tecnologías aplicadas a la verificación del contenido visual.
- Lenguajes visuales para la verificación del contenido desinformativo.
- Alfabetización mediática, crítica y digital contra las imágenes falsas.
- Detección y verificación de imágenes fake en servicios de mensajería instantánea (WhatsApp, Telegram, etc.).
- Impacto de la inteligencia artificial generativa (algoritmos de creación automática de imágenes) en la desinformación visual. El desafío de las deepfakes.
Este simposio se enmarca en el contexto del proyecto titulado “Verdad y ética en las redes sociales. Percepciones e influencias educativas en jóvenes usuarios de Twitter, Instagram y Youtube. (INTERNÉTICA)”, financiado por la Convocatoria de Proyectos I+D+i del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades de 2019 (PID2019- 104689RB-100).